Om Namah Shivāya

¿ Si todo se redujera a cenizas? ¿si todo aquello por lo que diste tu vida y tu sueño se viera despedazado?¿ si las sombras y el caos se apoderaran de todo tu destino? ¿ si la salida al final del túnel fuera infinita? ¿ si la guerra estuviera perdida ? ¿si estuvieras al borde del precipicio? ¿te lanzarías?. 

Habría que lanzarse a las llamas, al caos y diluirse lentamente en un sopor instantáneo, en el dulce abismo de la desesperación y encontrar el equilibrio. Lanzarse a lo oscuro, al vacío primordial, apacible como un papalote que vuela sin dirección. ¿ A dónde llegar si solo existe la caída ?. La caída sería como un vuelo, sería bello ir cayendo por el mundo, sin preguntar si existe un fondo. El destino es un pozo sin fondo, un abismo reflejado en las orillas del vacío; Todo es vacío dicta el antiguo adagio Budista Mahayana: " la forma es el vacío y el vacío es la forma". 

Más allá del espejismo  que hemos roto en la caída se rompe el cascarón de un ser humano forjado por una cultura decadente, más allá de nuestras ansias, de nuestros sueños de ser en el mundo de las estatuas y los nadies, está el fuego renovador, la aniquilación de ese "yo" empacado al vacío en la máquina de moler sesos de la sociedad. Es esa verdad primordial la que nos angustia; saber que nos vamos a morir, que todo por lo que dimos nuestra vida es una falacia impuesta; saber que nuestra vida institucionalizada  e instrumentalizada no tiene un asidero en nuestro impulso real; la familia, el amor, la religión , el estado, hacen parte de todo aquello de lo que se despoja el hombre que cae y se renueva en la destrucción y así se libera. 

Para el hinduismo cada dios domina algún aspecto de la realidad, entendiéndose así la divinidad como la consciencia que se autopercibe en un mundo en caos, la consciencia de lo bello y lo bello  a manera de neoplatónico es lo verdadero. La divinidad es el aspecto material que domina la realidad; la creación ( Bhrama ), el equilibrio de la creación ( Visnú) y la destrucción de la realidad para encontrar la renovación y el cambio ( Shivá ), es decir, estas divinidades o dioses no serían entes metafísicos, sino un aspecto divino de este mundo que tiende a la entropía y al enfriamiento progresivo. 

Demoler el mundo con palabras o un poema que tienda al silencio sería la construcción de un verdadero acto estético que forje nuestro destino desde ese poderoso fuego destructor. Acabar con los viejos esquemas, con las doctrinas, con los dioses impuestos y estériles, con los paraísos asexuados y las guerras que devastan lo de afuera pero nunca lo de adentro.  Renacer de las cenizas de la barbarie, destrozar todo cuanto nos ate a la ignorancia y los actos que perturben el cosmos ( kamma), acabar con ese velo: Maya , que nos atrapa en su inefable canción. 

Sadhu- tomado de Srinivasu Inugurthi

Los Sadhus en la religión Hindú, son los renunciantes-adoradores de Shivá. Deciden abandonar las cosas materiales y seguir un camino de austeridad. Sus prácticas ascéticas son extremas; se bañan en cenizas funerarias  y utilizan la calota de cráneos humanos como plato o cuenco . Algunos ingieren menos de un grano de arroz al día. Otros comen de los cadáveres arrojados al Ganges para demostrar que todo el universo hace parte de la misma divinidad y  a la vez ilusión disgregada. Todo es maya y esta deviene, es ilusoria su abstracción, pero no su sentido último. A manera de monismo, todo es dios, pero dios es ilusión. Dios está en la piedra, en el ojo que nos mira y en la mano que se extiende.

Ver el siguiente post en mi Blog que trata del mismo tema:  surreal 28