Algunos grandes autores le llaman a nuestra época "La posmodernidad", una época donde las grandes historias se disocian, donde el hombre se separa totalmente de su accidente histórico, de su devenir, ahogado en el río de la multiplicidad, de la vida de los otros, un tiempo inauténtico donde la basta mayoría cree vivir la libertad de elección, esto, en términos prácticos podría ser un atisbo de las épocas en las cuales vivimos, donde el homo sapiens pasa a ser parte de la imagen, " el homo videns" teledirigido, empacado al vacío , está desolado y perdido en el cuarto de los espejos y las sombras y la muerte solo es otro valor de uso. ¿ Qué podría salvarnos ? ¿Si dios murió?,¿Si las grandes ideologías cayeron como piedras en un pozo?, todo se volvió relativo y aquello que era sólido, terminó siendo una sombra efímera. ¿ Qué puede sacarnos del oscuro cuarto del absurdo?,lo diré, son las pequeñas historias las que llenan al hombre moderno , a esa criatura ahogada en gases tóxicos, en autos, dinero, horarios de oficina y celulares. Es así donde toda nuestra historia cotidiana se reduce a microhistorias. Son los microrelatos los que llenan nuestra humanidad ansiosa de sentido, la señora de la esquina que se levanta cada día para fabricar la masa de las arepas y llevar dinero a su familia, o el hombre que anda en bicicleta vendiendo quesos y bocadillos, podría cada historia de esa humanidad destrozada por la racionalidad cartesiana llenarnos otra vez de fe, ya que hay historias que se tejen alrededor de nuestro destino y que podemos cambiarlas, aprender de su sencillez, de su Tao que equilibra este universo caótico.
"La gota de la vida" -Imagen tomada en el cubículo 21 hospital San Jorge de Pereira, mientras una paciente gravemente enferma pasa sus últimos minutos de vida. Cada Gota cuenta. |
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