I
Y de repente ha transcurrido un año desde el momento en que perdí mi alma. Quien diría que se irían los días en los intrincados vericuetos de un hospital. ¿ Acaso está mal dedicarme al vacío conocimiento de los cuerpos de los hombres ?Auscultar corazones, escuchar huesos rotos, ver como mueren y decaen todos en un suspiro final. Atravesar las salas moribundas, los cuartos de ancianos que habitan su demencia, ir por ahí entre los estertores y el hastío, entre las vagas sombras que se ocultan en los laberintos de la muerte, ir entre paredes blancas escuchando historias que se desvanecen en la arena.
II
He estado tanto tiempo entre lamentos y molestias, en medio de la náusea y la inmundicia que he olvidado por completo lo que era. ¿ Acaso está mal olvidarme del destino rudimentario que se teje en cada piedra que me topo en el camino?. He sabido perder. Estoy mejor donde no hay poesía, donde el silencio ronda los abismos de mi mente , de mi caos. Ya no quiero más poesía, no quiero más desgracias, quiero parecerme a una estatua y arrancarme los ojos y mirar con las manos. No. No estoy triste, por lo contrario, jamás había estado más distraído y pensándolo bien, me gusta ir por los pasillos de hospitales gritando con júbilo que no tengo alma y que ya no duele y que todo se desvanece , que la misma poesía se ha perdido de mi vida, que no tengo remedio, porque el vacío es la sensación de caer sin remedio a la felicidad más oscura y demente.
No pierdas la poesía, esa está en el delirio del loco, en el ritmo del arritmico, en el reloj que marca la hora de salida, incluso en los ojos cansados de quien comparte los pasillos contigo y esta inmerso en el mismo caos. Te tengo una propuesta, no pierdas la poesía porque yo perdería a mi amigo el poeta a cambio, yo no dejaré la locura.
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