Valdría la pena salir del reflejo vacío de las horas
y respirar el último aliento de los dioses
no dejarse cegar por la soledad
ni el amor, ni el júbilo, ni la riqueza
nada podría salvarnos del jardín somnoliento
nada podría sacarnos del laberinto lineal de nuestra vida
ni despertar las estatuas dormidas que caminan en las calles
nada podría salvarnos de las horas
del insomnio
de la angustia de estar vivos respirando un vasto cosmos de sal
pero si podríamos sumergirnos en el agua infinita
salir corriendo y gritar,
y declarar ante el mundo que no hay destino
que no hay un río que nos lleve
que "el sentido mismo de la vida es la vida misma"
gritar tan hondo que ahoguemos el llanto,
gritar tan fuerte que retumbe en los huesos de quienes no creyeron
porque creer es la única inocencia,
creer sin ojos, sin manos, sin dientes, sin culo, ni armas
creer en la poesía, en la belleza y el infinito
y salvarnos,
cubrirnos de aquello que salvará el mundo;
la sonrisa
el poema
el beso
la mano que levanta.
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