Cotidiana.

Y sin embargo había algo que molestaba por dentro, como un pequeño animal que carcomía las entrañas, como un dulce sopor instantáneo que jugaba entre las cosas que iban desapareciendo de mi vida. Había un disconfort, un algo tierno que me detenía en los espejos, en las vitrinas, en las puertas de las casas y me hacía entrar en rincones oscuros, en espacios habitados por la nada. Era un tumor tierno que crecía lentamente en su pálpito secreto. A veces lo dejaba salir de las sombras  y merodeaba un poco, y me pedía que lo alimentara. Me acompañaba a todas partes y aún sigue aquí, creciendo, simulando ser mi vida y es tan suave como para hacer llorar a un hombre.

Lectura sobre el río de la Plata - Foto Juan G Buitrago