Si, somos un sueño circular, una
terrible aberración, ¡qué vértigo infatigable saber que somos infinitos!
Tal como el sueño de Pao-Yu que relata
Tsao-Hsue-Kin, ¡qué terrible multiplicación! ¡Qué materia tan insignificante!,
la muerte yace en los espejos de la noche, y el agua corre silenciosa, esa
arena que se desmorona tiernamente, ese sustrato finito que malgasta nuestro
tiempo, habremos expirado mientras Chuang-tzé sueña ser una mariposa, mientras
todas las cosas surgen en el eterno orden que es un caos, mientras el anverso
se voltea en su antítesis que es superada. Habremos sido otro y otro y otro, un
énfasis que simula ser la vida, una trama que se desteje y se insinúa en los
confines de la historia, Atados a nuestro devenir, seremos la multiplicidad, la
piedra con que tropezamos, seremos la espada y el muerto, el reflejo y el
espejo, y no habrá un más allá sino un volver a esta tierra indolente y
amarilla.
"Aunque los años de tu vida fueren tres mil o diez veces tres mil, recuerda que ninguno pierde otra vida que la que vive ahora ni vive otra que la que pierde. El término más largo y el más breve son, pues, iguales. El presente es de todos; morir es perder el presente, que es un lapso brevísimo. Nadie pierde el pasado ni el porvenir, pues a nadie pueden quitarle lo que no tiene. Recuerda que todas las cosas giran y vuelven a girar por las mismas órbitas y que para el espectador es igual verla un siglo o dos o infinitamente" Marco Aurelio - (Reflexiones, 14). - Tomado del Libro: Historia de la eternidad de Jorge Luis Borges.
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