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"De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu. No es cosa fácil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen." Nietzsche

"No hay Poeta por mediocre que sea, que no haya escrito el mejor verso de la literatura, pero también los más desdichados" Jorge Luis Borges

"La Nada está hecha exactamente de la suma de vidas por venir que no serán nuestras" Albert Camus


30/7/14

La muerte enamorada

Yo soy la muerte, la muerte soy yo” El gran combo.

Llamaron de golpe a su habitación de hotel.  Ella estaba tendida en la cama llorando. Lo supo desde que tocaron la puerta, que él estaba muerto. Supo su muerte, aunque no hubo disparos, ni cartas, ni razones, como quien sabe que el porvenir es solo el pasado que se repite invariablemente.

Tres días antes del hecho, Karla y John se vieron por última vez( lo sé porque estoy en todas partes, en todos los lugares donde hay gente que llora, donde hay rigor mortis,  paros cardiacos,  accidentes y asesinatos ). Se citaron En un cafesito triste de la plaza, no dijeron una sola palabra, pero todo ya estaba dicho. No se volverían a ver, él solo quería estar solo y ella no entendía por qué no quería estar con ella, por qué esas súbitas ganas de estar solo y de que ella lo olvidara, seguramente tendría otra amante pensó ella, el solo dijo que tenía una cita muy importante en tres días con alguien que siempre esperó, a quien escribía cartas y pedía que lo llevase a su país, donde no existía el dolor de esta vida, donde no habían perros en las calles, ni caras largas en los buses, ni monedas, ni horarios. Karla se levantó con furia, y le dijo – usted es como todos los tipos, quiere tirar con la una y con la otra, y yo no estoy pa’ eso mijo. John le dijo a ella mientras se alejaba – Jamás lo entenderás.

Al tercer día John me estaba esperando en un cuarto de hotel, se puso su mejor ropa, un perfume maravilloso, y yo, Estaba ansiosa por llegar a él y besarlo como nunca, yo, que Jamás sentí algo por un humano, lo confieso, pero me fascinaban, y me encantaba el misterio de la vida, de ese afanoso surgir y desvanecer de las cosas, de sus intrincadas estructuras de carbono, de la autopoiesis, el nacimiento, la reproducción y la genética. Miraba Absorta en mi eterna precariedad, como los humanos daban un sentido a ese conjunto de símbolos que es la vida, no entendía como podían vivir tan poco y soñar tanto, pero cuando lo vi a él, John, me dio las respuestas acerca de la vida ( y yo le prometí en silencio los oscuros secretos del Hades ). John Era médico en una famosa clínica de la ciudad y odiaba ver morir a sus pacientes, fue la primera vez que nos vimos, frente a frente, Jamás pensé que un humano pudiese verme, hasta llegué a dudar de mi existencia, pero él me devolvió mi vida o diré mi  muerte y vi en su rostro afanoso las ganas de salvar a los enfermos y vi su frustración frente a mí. Entendí que las personas aspiran a la vida, que todo ser quiere perseverar en su ser como diría Spinoza, pero a la vez, la muerte , es ese finitud que los pulsa a ser infinitos, inmortales. Allí fue donde entendí que el sentido de la vida, es el sentido de la muerte, John lo comprendió y nos vimos a la cara y él se enamoró de mí, quería tenerme en sus brazos y en sus sueños, se obsesionó conmigo, con definirme y me citó aquí, en este cuarto de hotel, la habitación 401.


Ese día no toqué la puerta y entré como una amante silenciosa, me aferré a su pecho y lo besé, y soñé que estaba viva y me soñé de carne y hueso y lo amé, lo amé con toda mi muerte y mi delirio mientras él respiraba suavemente y su boca se movía al compás de la mía y un aire tranquilo como de pez se movía en nuestras fauces mientras sus ojos se iban cerrando como la noche y sus manos se aferraban a mí tristemente y su corazón se iba deteniendo en el tiempo, en un tibio absorber, hasta que dejó de ser él y su cuerpo yacía en el suelo, sin pulso, frío, por una sobredosis de benzodiacepinas.

La muerte enamorada

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