El nombre de dios.

"El éxtasis no repite sus símbolos: hay quien ha visto a Dios en un resplandor, hay quien lo ha percibido en una espada o en los círculos de una rosa. Yo vi una Rueda altísima, que no estaba delante de mis ojos, ni detrás, ni a los lados, sino en todas partes, a un tiempo. Esa Rueda estaba hecha de agua, pero también de fuego, y era (aunque se veía el borde) infinita. Entretejidas, la formaban todas las cosas que serán, que son y que fueron, y yo era una de las hebras de esa trama total, y Pedro de Alvarado, que me dio tormento, era otra. Ahí estaban las causas y los efectos, y me bastaba ver esa Rueda para entenderlo todo, sin fin. ¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir! Vi el universo y vi los íntimos designios del universo. Vi los orígenes que narra el Libro del Común. Vi las montañas que surgieron del agua, vi los primeros hombres de palo, vi las tinajas que se volvieron contra los hombres, vi los perros que les destrozaron las caras. Vi el dios sin cara que hay detrás de los dioses." Jorge Luis Borges - La escritura del Dios.

Esa noche nos encontraríamos en un pequeño parque a las afueras de la ciudad.  Compramos un vino barato para celebrar el encuentro, la noche y la amistad perdida. El vino ya había hecho algo de efecto. Las cosas parecían desvanecerse en el sopor de la embriaguez mientras una sombra que se dilataba en la carretera, antropomórfica y cambiante, cruzaba la acera: era un hombre de la calle, de cabello largo, de mirada triste, de manos huesudas y precisas , de un sudor fuerte y voz tartamuda.  

El tipo se nos acercó para pedirnos una limosna y empezó a hablar de dios y a improvisar una canción de vagas letras incomprensibles.  Cada palabra, cada gesto parecían tener un mensaje oculto e indescifrable, como si ese dios falible hablara a través de su triste humanidad, a través de esos ojos que brillaban bajo la luz del alumbrado público.  El dios que tanto refuto, habló a través de un vagabundo drogadicto ex-habitante del Cartucho*, quien decía que la vida tenía una misión para él, que cada uno debía descubrirla y que tal vez nada era el azar , sino una serie de eventos prefijados a quien dicta este sueño innumerable y vasto. Y pensé en todas esas caras perdidas entre tanta gente, en todos los dioses que existen , que vienen y van,  en los que habitan las calles llevando un bulto al hombro lleno de basura , pensé en el obrero con su triste cara de asalariado, en el niño con la cara sucia, en el anciano cansado de la espera,  pensé en el rostro del suicida o del poeta que urde letras en silencio.Pensé en todos los nombres, las rosas, las bestias, los caracoles y cada cosa existente sobre la tierra. 

Hay quienes han visto a dios en las iglesias, en las películas de semana santa, en las rebanadas de pan , Dibujado en tazas de chocolate, en los crucigramas del domingo, en el Vaticano, o en Bach. Pero esta aparición no obedece a una vana pareidolia. Yo lo encontré en la mirada de un drogadicto que aún ama la vida y tiene sueños. 

Fotografía de Lee Jeffries

* Calle del Cartucho:  calle de la Ciudad de Bogotá, Colombia  del antiguo barrio Santa Inés donde existía la mayor población de habitantes de la calle en Colombia, donde la gran mayoría eran farmacodependientes. 


"Después del Bogotazo, el barrio de Santa Inés experimentó un serio deterioro dado a que los habitantes que lo habitaban se trasladaron a los nuevos barrios del norte de la ciudad y en su lugar se pobló de desplazados por la violencia y gentes que buscaban oportunidades para vivir. La principal degeneración del barrio se le atribuye mas a la demolición de la plaza central de mercado y la Iglesia Santa Inés para dar paso a la Carrera Décima." Wikipedia