orbis terrarum est spuculum ludiI
Los asfódelos del tártaro me esperan
en la dulce y lóbrega caverna
del sueño infinito que es el tiempo
habremos transitado galerías
hexágonos de fuego que se abisman
el hombre con su alma de ceniza
vaga por las sombras incesante
en busca del sentido y el destino
no sabrá que ni las rosas, el dinero, los amantes
lo empujan a su único camino:
la muerte finitud de lo posible
laberinto circular que se repite.
II
¿Puede acaso destruirse el origen
incesante del destino de los hombres?
¿la rueda que gira en su revés
y los nueve círculos de piedra ?
III
El sueño de Bhrama se aniquila
cuando cae el velo que nos puebla
el mundo con sus láminas de piedra
anémonas de fuego
dulces ilusiones, espejismos que reflejan
los rostros que seremos y que somos: nada somos
en la vastedad del cielo
en la innúmera marea de obsidiana
Solo el espacio vacío que nos puebla
nos lleva al instante de ser nada,
átomos de incienso o la marea.
El Ganges corre en nuestro lecho
y un loto nace a cada paso que no dimos.
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