"Bebe del agua de la muerte,
bebe del agua sin memoria, deja tu nombre,
olvídate de ti, bebe del agua,
el agua de los muertos ya sin nombre,
el agua de los pobres.
En esas aguas sin facciones
también está tu rostro.
Allí te reconoces y recobras,
allí pierdes tu nombre,
allí ganas tu nombre
y el poder de nombrarlos con su nombre más cierto." Octavio Paz
I
Sentir como los vidrios rechinan
se desploman
sentir como los huesos
caen y son trizas
y ver caer el mundo
y el tiempo detenido
y el todo fragmentado
en su maraña-silenciosa
sentir
que somos nada
y que la noche
tan finita
nos inunda
con su cosmos.
Sentir a veces
que un dolor me desangra
y el río
de su sangre
corre
por las alcantarillas del mundo
a nadie importa el dolor de otro,
ni la sangre ajena
derramada
por las calles.
A nadie importa
la boca que no come
ni la mano que se extiende
el rostro
que nos mira
del otro lado de la muerte.
II
¿ Tierra de sangre,
acaso
los huesos
que huele la tierra
volverán de su antiguo sueño
para reclamar
algún día su justicia?
las bocas silenciadas
por las balas
que destrozan nuestros sueños,
las mismas que besan
niños,
podrán algún día levantarse entre las sombras?
y las manos que disparan
algún día
serán las manos
del maíz y de la coca?
III
El pobre que no lee,
me dispara,
la mano
que no escribe
me delata,
el fuego de los hombres
es el fuego de la nada,
la gente del maíz
se hace trizas
y el dios del tiempo,
Hunab-ku,
nos destroza
en el caos
incesante
de ese perdón, más
grande que el silencio.
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