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"De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu. No es cosa fácil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen." Nietzsche

"No hay Poeta por mediocre que sea, que no haya escrito el mejor verso de la literatura, pero también los más desdichados" Jorge Luis Borges

"La Nada está hecha exactamente de la suma de vidas por venir que no serán nuestras" Albert Camus


8/5/24

Nota 827

 Hasta el último día de su vida, casi al final del penúltimo suspiro, mi padre me daría una lección sobre la muerte. Toda mi vida habría sido una preparación para su muerte y así despedirnos sin angustias ni arrepentimientos. Su último suspiro fue tan tranquilo como una hoja que se cae de un árbol. Lloré lentamente como en la parábola de Ananda por su primo el Buda; Lloraba no porque Buda hubiese muerto, sino porque aún no había logrado la iluminación. El día que mi padre dejó esta tierra  ya había venido estudiando en una escuela de la muerte con su antítesis; La vida. Me había enseñado tantas cosas de la vida-Muerte, que cuando el día llegó, para mí era como un sueño, como un barco que se hunde en el horizonte , como el agua especular que nos refleja en el río de las causas. Toda la película de mi vida se habría revelado en ese instante, los momentos que pasamos juntos, sus palabras; " los egipcios adoraban la muerte como la transformación"; Y entonces recordé el juicio de Osiris, donde el corazón de mi padre sería pesado en una balanza contra una pluma, y si este pesaba menos que una pluma, significaba que su corazón estaría libre de angustias,  y así lo imaginé frente al terrible dios que juzga frente a la balanza. Imaginé su eterno asombro por los Mayas, que creían en el inframundo y su río , su alma divagando por los xenotes, y las pirámides que nunca pude llevar a conocer, lo imaginé Dándole una moneda a Caronte y echándole un cuento al barquero como siempre lo hacía cuando se subía a un Taxi, e imaginé su alma bebiendo el agua del Leteo y para siempre olvidándome, porque "solo una cosa no hay, es el olvido", porque somos el olvido, la metáfora vacía de un poema que concluye en el silencio. En ese momento sostenía su mano Yerta y apenas lívida, imaginé sus infinitos avatares en las ruedas del samsara y recordé que alguna vez fascinado en el Budismo me dijo que todo era sufrimiento y que salir de la rueda de la ciclos era lo único que podríamos esperar de lo ilusorio de este mundo. Mientras tomaba su mano y acariciaba su pelo níveo, pude imaginar como se desvanecía la llama de su vida, y se despedazaba en miles de vidas más, porque no hay muerte o eso que llamamos morir, la muerte sería como esa final de la consciencia, pero las uñas de los muertos siguen creciendo, sus bacterias, y otras miles de formas de vida se alimentan de nuestra materia orgánica infinita. 

Los gestos de los muertos se nos siguen apareciendo en los espejos gastados de la tarde , las manos y las cosas que tocaron , los libros que dejaron leídos y sus frases , solo se termina el cuerpo y la consciencia de nuestro ego , pero las imágenes sucesivas que se repiten incesantemente en el cosmos permanecen , es decir , esta repetición absurda , al estilo de Sísifo nos regala un ápice de eternidad, nuestra materia que nunca se destruye vaga como una mota de polvo en el vacío , siempre atrapados , siempre embelesados , hasta que algun día nos toca nuevamente un ápice de consciencia y podemos conmovernos nuevamente con un poema o una flor amarilla como a él le gustaban.




Una flor amarilla como el cuento de Cortázar, donde siempre existe una para los hombres inmortales.

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