Y de pronto me cegaste con tu luz y tus tinieblas de tigre relámpago
la oscura levedad tu cuerpo níveo
tu suave hábito felino
me llevaron a tu hades
a tu silencio de sombra
a tus manos de arena.
Todo un río nocturno corre por tu cuerpo
y como un opio
voy dormido en tu sueño de nube
vasta blancura de mármol
de piedra sumergida
de tiempo anegado de rosa
eléctrica marea de fuego
de viento que susurra olvidos
distraída del mundo
llegaste como llegan los grandes golpes
como un temblor
como se quiebra un espejo sin reflejar nada
como un arcano nombre
que abre puertas y ventanas.
Lo llenaste de tu magia
de tu oscura costumbre de ser noche.
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