Es un domingo caluroso. He pensado bastante en la muerte ajena y no tanto en la mía. Veo a mi padre cada vez más perdido de este mundo y más encerrado en el de la demencia. La triste habitación de su memoria se ha cerrado y solo queda un cuerpo que intenta no perderse de si mismo, aunque veo que le es imposible recordar, hoy me ha dicho: - La vida me bendijo con el olvido y soy feliz así. Tal vez tenga razón, solo el olvido podría salvarnos de la horrorosa experiencia de estar al borde del abismo, de flanquear nuestra precariedad. He pensado mucho en esto, y sé que no debería pensar; Algún día tendremos que atravesar los umbrales de la decadencia y mientras eso pasa espero que este viaje sea agradable.
¿Somos la memoria sucesiva? ¿Nuestros actos replicados en la infinitud del caos? ¿Somos nuestros sueños, nuestros miedos, nuestra cara horrorizada en el espejo de las horas? .
¿Somos la memoria sucesiva? ¿Nuestros actos replicados en la infinitud del caos? ¿Somos nuestros sueños, nuestros miedos, nuestra cara horrorizada en el espejo de las horas? .
¡ Feliz Viaje !
Agradezco su reflexión. Atravieso por pantanos muy parecidos. Lo más que enfurece de esta enfermedad (que pasa por muchos nombres) es que él ni siquiera reconoce que está padeciendo. Insiste que se siente bien y que todos esos exámenes son molestos e innecesarios. Se esfuma toda su vida detrás de sus ojos, pero no lo percibe. Esa es la crueldad más inhumana. O, tal vez, la bondad más piadosa.
ResponderEliminarTe acompaño en este dolor sucesivo. He visto como el olvido se lo ha llevado, como dejó de ser él para despedirse del mundo. Ahora solo quedan los vestigios de su amor. Ahí está la respuesta querido amigo: Darle amor, y que se grabe en la memoria del cosmos, Solo el amor nos puede salvar del horror de la eternidad, solo amando verdaderamente podemos curarnos y curarlos, solo el amor trasciende las barreras de la enfermedad.
ResponderEliminarTe mando un abrazo fraterno. Nadie sabe lo dolorosa que es esta experiencia.