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"De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu. No es cosa fácil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen." Nietzsche

"No hay Poeta por mediocre que sea, que no haya escrito el mejor verso de la literatura, pero también los más desdichados" Jorge Luis Borges

"La Nada está hecha exactamente de la suma de vidas por venir que no serán nuestras" Albert Camus


30/10/16

Vainilla- Capítulo 13

Querida  @&@#&;.. 

No suelo escribir muchas cartas. El género epistolar no es mi fuerte. Empezaré diciendo que nuestra vida además de  ser una eterna imagen que trasciende la palabra, es un conjunto de fenómenos, de sucesos que circulan en la trama que se abisma. Entre esta infinita red de indra que nos atrapa, están los olores: a calceta, a nube, a perro, a libro, a pasto recién cortado, a lluvia que acaba de cesar, a beso, olor a grito, a sábado por la noche. Todo es un aroma recordado y secreto. Tal vez a ello se habrán referido los filósofos con la " esencia de las cosas", un atributo que distingue a un ente de otros, eso que hace que algo sea una cosa determinada  y aunque no quiero entrar en ontologías fantásticas, es bien sabido que todo se resuelve siempre en su antítesis para terminar siendo siempre otra cosa y la esencia se disuelve como un relámpago de piedra, como una pelusa de gato en medio de la lluvia.  

El perfume 

 ¿  A qué viene todo esto? Pues bien,  hoy mientras estaba en el supermercado, divagando en los pasillos, arrojando cosas al carrito, comparando precios y etiquetas, no pude evitar pasar por la sección de perfumes y olerlos. Entre ellos encontré uno que inmediatamente me dijo tu nombre, y es que hay un olor característico que te evoca: siempre fuiste para mí un dulce olor a vainilla con coco, amarillamente cruel y risueña, un arcano secreto, moreno, agitado. Cuando esnifé la botella de perfume, me puse un poco en el dorso de la mano. Traje conmigo tu aroma y me acosté contigo. Y es que el cuerpo es prescindible cuando entiendes la esencia de algo, cuando cerrando los ojos nos vemos claramente.  Desperté, remojé mi cara, y de golpe, supe que te habías ido de mis manos. 


El perfume 




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